El año 2010 se realizó un debate en Melbourne, Australia, donde la premisa a discutir era: “Feminism Has Failed”. El resultado de dicho debate es obvio, antes de conocer los argumentos a favor o en contra. El 53% de los asistentes al evento dijeron: No, el feminismo no ha fallado; mientras que un 26% indicó sentirse indeciso y sólo un 22% demostró estar de acuerdo con la afirmación.
A título personal, planteo que es escandaloso que la premisa sea “El feminismo ha fallado”, dado que es evidente que no; y porque al mismo tiempo asume que podría ser cierto, que es lo que se quiere dejar en el tapete; me parece macabro. Asumir que el feminismo ha fallado cae en una violencia epistémica de grandes proporciones. La intención es directa. Distinto hubiese sido si el debate rondase en torno a la pregunta: ¿ha fallado el feminismo?, porque le da un carácter especular, es decir, lo sugiere, pero no lo formula como un hecho. He ahí mi primera aprensión con respecto al tema.
Los argumentos a favor la premisa iban careciendo de legitimidad a medida intentaban demostrar las fallas del feminismo. Se daban ejemplos de mujeres actualmente siendo violentadas y poco respetadas en el Oriente Medio, sabiendo todos nosotros que su caso es paradigmático y difícil de enfrentar; como además callaron el hecho de que actualmente existen muchas activistas feministas islámicas. Hablaban de un sentimiento anti-mujer; y de un control patriarcal infalible. Bueno, el control patriarcal sigue siendo un gran obstáculo para el desarrollo de las mujeres, y es posible que las metas que se haya propuesto de aquí al 2020 en cuanto a acceso a educación, alimentación y oportunidades no sea logrado en ciertas latitudes, pero hablar de infalibilidad anula todos los intentos de las mujeres por auto concebirse como sujetos y llevar a cabo proyectos propios, desde activismos feministas hasta tener sus propias empresas y negocios. Un segundo panelista, hombre, criticaba al feminismo dado que en las esferas de poder hay muy pocas mujeres, sólo un 3% de los CEO de empresas importantes de Australia son mujeres, y que pese a que el 55% de graduados de universidades australianas son mujeres, duda del aporte de estas a la sociedad, ya que no acceden a los mejores trabajos. Finaliza su argumento al decir que de todas las fortunas existentes en el mundo, el 90% pertenecen a hombres.
Lo que el comentarista soslayó es que existen muchas limitantes aún para que las mujeres accedan a trabajos mejor remunerados y con grandes responsabilidades. Existe discriminación porque se embarazan y pierden tiempo en la maternidad, porque ella no crea productividad en la empresa, sino más gastos; luego está en la falta de credibilidad en las mujeres en cargos altos, lo que es un tema netamente viciado y poco serio. El señor aquel olvida que la primer ministro de Australia, Julia Gillard, es mujer y ostenta un cargo muy importante; así como todas aquellas mujeres a cargo de sus países. Otras dignas de nombrar son Michelle Bachelet, Hellen Clark, Dilma Rousseff, etc. El argumento sobre las grandes fortunas tiene que ver con una tradición machista, por que muchos magnates del día de hoy vivieron en una sociedad donde no se les permitía a las mujeres acumular dinero ni trabajar.
Las presentadoras que negaban el fallo del feminismo lo hacían con gran vehemencia. En primera instancia, el feminismo ha sido un poderoso fenómeno social durante los últimos cuarenta años. Es muy reciente en cuanto a fenómeno, entonces declarar que ha fallado pareciera poco serio. Lo que sí, como lo enfatizaba una panelista, existe un post-feminismo en el cual las jóvenes mujeres piensan que no necesitan al feminismo, ni les interesa. Lo que llama la atención de dicha declaración, es que deben haber muchas cosas que se toman por sentadas hoy en día, que crean la idea de que el feminismo no es necesario: estudiamos, elegimos nuestra sexualidad, tenemos trabajo, ¿para qué me interesa el feminismo? Craso error, gracias al mismo es que gozamos de la vida que tenemos hoy. Haber nacido una generación antes evidentemente no era lo mismo que ahora; ni lo que será después.
La panelista más longeva declaraba, y parafraseo: no es que una se siente a esperar que las leyes se dicten, tenemos que ir allá y luchar. Entonces el activismo es necesario en el pensamiento feminista, no debe quedarse en un análisis holístico abstracto de la sociedad, sino ir al asunto mismo, molestar, estar ahí reclamando. De la misma forma en que el feminismo es activo, a través de sus propuestas y debates se ha desarrollado todo un lenguaje para hablar y teorizar sobre ciertos temas. El aporte del feminismo al mundo de las ideas es de un valor innegable.
Finalmente, a modo personal (pese a que todo este artículo lo es), es importante precisar que el uso de la palabra “fail” en el debate fue usada como antónimo de “success” (éxito), lo cual es semánticamente correcto si vamos al diccionario Aristos. Sin embargo, la noción de éxito con la que se ataca al movimiento es netamente de un éxito de mercado, de lograr metas, como si la agenda feminista fuera la minuta de la reunión de directorio de una empresa, y yo digo no. No creo que haya sólo una agenda feminista, como también se comenta en el debate, porque existen diversos contextos que hacen que los feminismoS (sí, en plural) se manifiesten de manera diferente. La diversidad genérico-sexual es una temática central del pensamiento feminista, y tiene muchas variantes y corrientes, y cada una debe ser respetada en su propia legitimidad. El feminismo se ha autolegitimado, porque tiene razón. Porque sólo hace cuarenta años hemos podido llamar la atención de manera autónoma y patente, sin desmerecer los aportes de las mentoras de antaño, y tener resultados. Entonces el feminismo no ha fallado, tampoco ha sido exitoso porque se tiene mucho en contra, pero es un movimiento, no una fórmula comercial, fallar no tiene cabida, y podría decir que todo se resume en ver lo que se ha avanzado y seguir luchando por conseguir más.